sábado, 5 de noviembre de 2011

Experiencia literaria en 5º: abrazamos un árbol. "Mi árbol"



Me gusta tumbarme a sus pies y escucharlo. Me habla bajito, me cuenta cosas agitando sus hojas. A veces se ríe cuando siente las cosquillas de hormigas traviesas paseando en sus raíces.
Le gusta hacerme feliz. Viste sus hojas de los más variados colores en otoño. Amarillo, naranja, rojo, marrón… y, poco a poco, las deja caer tapizando su suelo para mí. Desnudo, llama al sol para que entibie mi piel en invierno. Y, un año tras otro, en primavera, se llena de vivas hojas verdes para más tarde, en verano, protegerme de é l.

A veces trepo a sus ramas pegando mi cuerpo a su corteza, lo abrazo, lo escalo, lo beso… meto mi nariz en su tronco, lo huelo…
Desde su copa puedo ver el mundo, saltar a las nubes y coronar mi cabeza con las estrellas que más brillan.

Otras veces escucho su latir, me aferro a sus flancos y lo apretujo contra mi pecho como a un niño. Froto mi mejilla en su tronco. Respiro el agreste aroma de su resina, percibo la savia de sus vasos, la siento en mis dedos palpitar.

¿Se puede amar a un árbol? En su tronco "he grabado mis iniciales dentro de un corazón".

(El entrecomillado es mío, no hay que maltratar a los árboles)

 Texto copiado de la página: narrador.es.  Una forma literaria de ver el mundo.



Las-os chicas-os de 5º eligieron un árbol, de los muchos que hay en nuestro bonito patio. Los fueron recorriendo casi uno a uno hasta encontrar aquel que les atrajo más.

"Busqué un árbol en el patio que me gustara y lo quise hacer mío. Quise escucharlo y entenderlo. Lo abracé, tímidamente al principio, pero noté que mis brazos querían hacerse más y más largos, querían abarcar todo su ser. Cerré los ojos para poder centrar todos mis sentidos en él, para conectar mi corazón con el suyo. Empecé a preguntarle... ¿Cómo estás?  ¿Tienes miedo o sufres por algo? ¿Tienes amigos? ¿Cómo te llamas? ¿Cuántos años tienes? ¿Te abrazaron alguna vez? 

Hace poco tuve que escribir La historia de mi vida y sentí la necesidad de hacer lo mismo con Mi árbol, de conocer su historia en este colegio, su pasado. ¿Quién lo plantó? ¿Hace cuánto tiempo?

Toda esta experiencia me recuerda un capítulo del libro El princito, cuando habla con el zorro, de "su rosa", en definitiva,  de la amistad (Tendremos que leerlo en clase)".

Estoy ilusionada con esta experiencia, y lo que es más importante: percibo 19 ilusiones más en 5º de primaria.
Chicas y chicos, gracias por estar vacunadas-os contra la "insensibilidad", porque  podréis saborear intensamente la vida, en todas sus manifestaciones. Quizá sufriréis más, pero también amaréis más, entenderéis más, disfrutaréis más con lo sencillo y viviréis más intensamente. En este sentido seréis unas-os privilegiadas-os.

martes, 1 de noviembre de 2011

El lunes 31 de octubre, Federico Martín Nebras visitó nuestro colegio

“Cantar en la escuela. Jugar en la escuela. La escuela que canta y juega.
 La escuela que crea. Que juega con el aire, el agua, los ojos, la lengua, las geografías, los olores, los pronombres, con el conjunto vacío.
Coger una palabra y decir, juguemos con ella y cantar. Y jugar a rimar.
Y después de cantar, y llorar, y andar por los aires: escribir…”
                    Federico Martín Nebras
                      (Re)crear la escuela


Federico Martín Nebras, nació en Poyales del Hoyo (Ávila). Estudió Románicas, Clásicas y Teatro en Madrid y emplea su tiempo en escribir, dar recitales de poesía y contar historias.

«Me dedico a decir versos y a contar mentiras, es decir, cuentos», señala.

Siendo niño perdió a su hermano y desde entonces la luna prometió acompañarlo, “solo durante el día”, de noche tiene otra misión “allá arriba”. Por eso lleva esa barba en forma de luna. También desde entonces los cuentos fueron la medicina de su alma.

 “Hubo un momento en el que tuve que marcharme de España porque vivía Franco y no nos entendíamos muy bien. A mí me gustaba mucho escribir y a él no le gustaba que escribiéramos. Los que cantábamos, escribíamos, y muchos trabajadores tuvieron que irse fuera del país porque adorábamos una palabra que se llamaba libertad que entonces estaba prohibida... Me gusta leer de todo, y especialmente a Cervantes, los maestros rusos y poesía...”.

Ha publicado libros y también imparte cursos de formación para otros profesionales del ámbito de la lectura y las narraciones.
Coordina y colabora en seminarios de literatura infantil y juvenil. Participa como ponente en numerosos congresos internacionales de literatura y ha impartido cursos y charlas en otros países, como Italia, Colombia, México y Marruecos, entre otros.
Actualmente compagina su actividad en la editorial "La mora encantada", donde una de sus misiones es la de recuperar textos injustamente ocultados, destacando los títulos “Cuenta que te cuento”, “Pero-Pero”, ambos de María de la Luz Uribe y Fernando Krahn. Y muy recientemente “El baúl volador” de Esperanza Ortega.
También es presidente de Honor de la asociación cultural "Pizpirigaña", de Arenas de San Pedro, donde se realizan todos los años encuentros de animación a la lectura para maestros.

Federico lleva contando historias desde los años setenta y le gusta que le llamen “juglar”

“Porque es un arte antiguo donde me reconocí cuando estudiaba. Los juglares sabían muchos versos de memoria, iban y venían, recitaban en plazas, calles, castillos, cuevas… He nacido en una tierra donde se memorizaba y romanceaba, y he seguido con estos cantos”

Sostiene que la construcción de la memoria es un factor fundamental para acercar el libro y la lectura a los niños y niñas a partir de su nacimiento. "La literatura siempre es un viaje desde mi mundo al mundo de los otros", indica este escritor, antólogo de grandes poetas, cuentacuentos y animador a la lectura.

“Hay cuentos para niños y cuentos para adultos, depende de la sesión. Hay cuentos por edades lectoras... entre tres y cinco años con una visión más encantada de la realidad. De siete a nueve años con temas de humor y para adolescentes, cuentos de misterio o de espejo. Para los adultos hay cuentos distintos. Así, los cuentos de los más pequeños hablan de las necesidades aunque todos tratan el miedo... la finalidad de los cuentos es ahuyentar el miedo y el objetivo siempre es el mismo, dar luz al mundo y ahuyentar las sombras porque el miedo no deja ver ni conocer. Contamos cuentos para que los niños digan: otra vez, otra vez...”


Nos asombró con su verbo fácil, con su inmensa capacidad de sorprender y enganchar, tanto a niños como a mayores. Todas y todos lo escuchamos boquiabiertos y exclamábamos llenos de curiosidad "¿y qué más?", con el poema de Rafael Alberti, “Nocturno”. O cuando gesticulaba su cuento-retahíla de "la Señora”.  Lo acompañamos recitando y luego cantando con ritmo de rock e imitando voz de Joaquín Sabina.
Y nos enseñó lo qué son los “palíndromos”, como “Nada yo soy Adán”, igual que los números capicúa, pero con palabras. También nos dio una clase de geometría con unas cartas gigantes de baraja española. O el significado de algunos de nuestros nombres.  Y cómo hacernos detectives y buscar “enigmas”, con un cuadernito, lupa, capa y hasta una pipa en el bolsillo.
En fin, fue una experiencia maravillosa, de las que se quedan grabadas en el alma, y que seguramente, las niñas y niños no sabrán lo afortunados que fueron hasta que pasen unos años y puedan decir:
“Yo tuve la suerte de conocerlo, de recitar, cantar, escuchar y disfrutar con él”.
Este es el cuento con el que presenté a Federico. Es de Eduardo Galeano, titulado “El mundo” y el primero del “Libro de los abrazos”:

“Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
-El mundo es eso –reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se pude mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”.
                                                                       Eduardo Galeano
                                                                  “El libro de los abrazos”


Gracias Federico, y… vuelve pronto, te esperamos!