Expresó su amor a Barcelona -donde vivió cinco años a comienzos de los años setenta- y a España y, como no, a Perú: "El Perú es para mí una Arequipa donde nací pero nunca viví, una ciudad de mi madre, mis abuelos y mis tíos me enseñaron a conocer a través de sus recuerdos y añoranzas..." y por esa vía Vargas Llosa, desde "el paraíso de la infancia" desembocó en ese párrafo que le hizo llorar: "El Perú es Patricia". Patricia, la prima "tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: 'Mario, para lo único que tú sirves es para escribir'". Una ovación tremenda alivió al Nobel de sus lágrimas.
"Escribir es una manera de vivir". De eso trató su discurso. Y una última recomendación: "La nuestra será siempre, por fortuna, una historia inconclusa. Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible". Ovación, con todos de pie. Abrazos entre lágrimas. Reconocimiento muy merecido.
Texto y fotografía de El País
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